
Diario de minería, petróleo y campo.
La crisis en el sector automotor argentino sigue profundizándose. Tras el cierre de Nissan en Córdoba, ahora la sueca Scania confirmó la suspensión de la producción en su planta de Tucumán, dedicada a la fabricación de componentes estratégicos como cajas de cambio y ejes. La medida refleja un problema más amplio: caen las exportaciones de autopartes mientras crecen las importaciones de vehículos terminados.
La compañía informó que implementará paradas intermitentes durante los próximos 40 días. Aunque mencionaron una «coyuntura internacional» como causa de la medida, evitaron aclarar cuáles son los factores concretos que complican la operatoria en Argentina. Tampoco explicaron si el atraso cambiario y el aumento del costo argentino en dólares influyó en la decisión.
La planta de Scania en Colombres es clave para Tucumán: las exportaciones de sus componentes representan hasta el 15% de los envíos provinciales al exterior. Con la caída de pedidos desde Brasil, el impacto comienza a sentirse no sólo en la producción sino también en el empleo y en el entramado de proveedores locales.
La situación no es aislada. La automotriz General Motors desvinculó recientemente a más de 300 trabajadores en su planta de Alvear, Santa Fe. El deterioro industrial ya muestra su impacto directo en el empleo formal.
Desde el sindicato SMATA Tucumán alertaron por la gravedad del panorama: “Actividades como la nuestra y la metalúrgica están cayendo, y se prevé pérdida de trabajo. No estamos protegiendo a la industria nacional”, expresó su secretario general, Luis Diarte.
La industria metalúrgica —clave para el desarrollo de proveedores de autopartes— tampoco escapa al deterioro. Según ADIMRA, en mayo mostró una contracción del 1,1% respecto a abril. Si bien el acumulado de 2025 arroja un crecimiento interanual del 3,3%, la actividad sigue 11,7% por debajo del promedio de 2023 y un 14,5% debajo del máximo histórico.
A contramano de esta crisis, las importaciones de bienes de capital y vehículos terminados marcan récords históricos, creciendo a un ritmo mensual del 4,9%, según precisó Elio del Re, presidente de ADIMRA.
La ecuación es clara: se desacelera la producción local, caen las exportaciones industriales, mientras se abaratan las importaciones en dólares. Todo ocurre mientras el gobierno nacional promueve el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), una herramienta pensada para atraer inversiones pero que hoy convive con señales contradictorias para el entramado industrial.
Mientras tanto, las terminales automotrices ya comienzan a anticipar el avance de modelos importados. Esta semana, Nissan presentó en Brasil el nuevo Kicks, que llegará a Argentina a fin de año, reforzando el fenómeno: más autos importados, menos producción local.
La industria nacional sigue esperando políticas que apunten a fortalecer el mercado interno y el agregado de valor argentino. La desindustrialización silenciosa comienza a mostrar sus efectos en los talleres, en las fábricas y en los números de exportación.