
Diario de minería, petróleo y campo.
Paneles “feos”, molinos que “destruyen el paisaje” y un nuevo festín para Chevron: así es la ley energética con la que Trump quiere volver al siglo XX.
Donald Trump cumplió su amenaza de volver a poner “América primero”, pero no con energía limpia. Su flamante One Big Beautiful Bill Act elimina los incentivos fiscales a solar y viento, desmantelando una de las columnas clave de la transición energética en EE.UU.
El expresidente celebró la aprobación legislativa atacando directamente a las renovables: calificó a los paneles solares como “feos” y se quejó de los aerogeneradores “que destruyen nuestro lugar”. El lobby petrolero, en cambio, aplaudió de pie y calificó la norma como su “mayor victoria”.
El petróleo se impone con fuerza
La ley permite abrir tierras y aguas federales a la exploración petrolera, con 30 subastas al año en nueve estados, además de facilitar el acceso a reservas en Alaska. Las petroleras pagarán menos regalías y tendrán más beneficios para proyectos de captura de carbono, clave para justificar sus emisiones.
Chevron y Exxon son los grandes ganadores: el crédito fiscal al hidrógeno se extiende hasta 2028, y nuevos incentivos empujan aún más las inversiones fósiles. El carbón, por su parte, suma 4 millones de acres y paga menos por lo que extrae.
Renovables en jaque
La ley quita los créditos a proyectos solares y eólicos que no arranquen antes de un año desde la promulgación. Las asociaciones del sector advierten que cientos de fábricas podrían cerrar, y que la confianza inversora se verá seriamente dañada. En lugar de impulsar el futuro, la ley podría frenar años de avance tecnológico y empleo verde.