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La relación entre Argentina e Irán en materia nuclear es un capítulo poco conocido de la historia de la industria nuclear latinoamericana. Entre fines de los años 80 y principios de los 90, Argentina se convirtió en el único país de América Latina en haber firmado acuerdos de cooperación nuclear con Irán, en un contexto muy diferente al actual. Más allá de la polémica geopolítica, el vínculo fue breve, técnico y con objetivos definidos.
Cómo comenzó la relación nuclear entre Argentina e Irán
El primer acercamiento formal se produjo en 1985, cuando una delegación de la Organización de Energía Atómica de Irán (OEAI) visitó Buenos Aires, interesada en los desarrollos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la empresa INVAP, referente en construcción de reactores y tecnología nuclear.
En ese momento, Irán buscaba reconstruir parte de su infraestructura nuclear, dañada por la guerra con Irak. No obstante, las negociaciones con Argentina no prosperaron para ese objetivo. Sí avanzaron, en cambio, en un área sensible: la fabricación de combustibles nucleares para reactores de investigación.
Los acuerdos firmados: objetivos y montos
En 1988 se firmaron dos contratos principales:
- Construcción de una planta piloto de purificación y conversión de uranio (US$10 millones).
- Construcción de una fábrica de elementos combustibles para reactores de investigación (US$15 millones).
Ambos acuerdos estaban bajo supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), como parte de los esfuerzos por controlar el desarrollo nuclear iraní en el marco del Tratado de No Proliferación (TNP).
El objetivo de fondo era favorecer el uso pacífico de la energía nuclear. En ese mismo contexto, Argentina realizó un trabajo clave en 1987, reduciendo el nivel de enriquecimiento del reactor de la Universidad de Teherán del 90% al 20%, disminuyendo su potencial uso militar.
Por qué Argentina canceló los acuerdos
El giro político global y regional de la década del 90, sumado a las presiones internacionales, llevaron al gobierno argentino de entonces a suspender unilateralmente los contratos. Para ese momento, el primer embarque de materiales ya estaba listo para ser despachado.
La cancelación derivó en una demanda de Irán contra Argentina, que se resolvió años después con el pago de una indemnización cercana a los US$5 millones.
Desde entonces, no hubo nuevas instancias de cooperación nuclear directa entre ambos países.
Impacto técnico de la relación Argentina-Irán
Más allá de la controversia política, la influencia argentina sobre el programa nuclear iraní fue técnica y limitada. La acción más relevante fue la conversión del reactor de Teherán, que redujo el riesgo de proliferación nuclear.
Desde lo industrial y científico, esta breve relación marcó el reconocimiento de Argentina como un actor serio en el desarrollo de tecnologías nucleares para usos pacíficos, un reconocimiento que aún mantiene a través de la exportación de reactores de investigación y tecnología satelital a distintos países.
Actualmente, Argentina sigue siendo una referencia mundial en energía nuclear de uso pacífico. Empresas como INVAP han construido reactores para países como Argelia, Egipto y Australia, y la Argentina mantiene programas de desarrollo propios, como el proyecto CAREM, primer reactor modular pequeño (SMR) de diseño nacional.
La historia con Irán fue una excepción, no una regla. Hoy, el desafío argentino está en consolidar su cadena industrial nuclear, retomar la producción nacional de uranio, y expandir sus capacidades de exportación en un mundo que vuelve a mirar la energía nuclear como parte de la transición energética.
Fuente: www.bbc.com