
Diario de minería, petróleo y campo.
Argentina fue durante décadas un referente nuclear en América Latina. Fue el primer país de la región en operar una central nuclear (Atucha I, en 1974), desarrolló tecnología propia a través de INVAP, construyó reactores de investigación exportables, y mantiene activa una Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) con capacidad científica y técnica de primer nivel.
Sin embargo, en pleno 2025, el país sigue operando solo tres centrales nucleares y no ha sumado una nueva unidad en más de una década.
¿Cuántas centrales nucleares tiene Argentina?
Actualmente, el país cuenta con:
- Atucha I (1974) – Ubicada en Lima, provincia de Buenos Aires. Genera 362 MW.
- Atucha II (2014) – También en Lima, es la más reciente. Aporta 745 MW.
- Embalse (1984) – Ubicada en la provincia de Córdoba, con 656 MW de potencia. Fue modernizada y extendida en 2019, lo que le permitió sumar 30 años más de vida útil.
Estas tres centrales generan alrededor del 7% de la electricidad total del país, lo que resulta modesto para una nación con vasta trayectoria nuclear y con capacidad técnica para construir y operar nuevas unidades.
Además, está en construcción el reactor modular CAREM, desarrollado por la CNEA e INVAP, que será el primero de su tipo en América Latina. De diseño argentino, se construye en el complejo Atucha, en Lima, Buenos Aires, y tiene un avance físico cercano al 85%. Sin embargo, su finalización se ha postergado varias veces y actualmente no tiene fecha clara de puesta en marcha.
Un liderazgo truncado por la política
En los años 2000, Argentina había relanzado su plan nuclear: reactivó Atucha II, extendió la vida útil de Embalse y proyectaba la construcción de Atucha III con financiamiento internacional. Pero tras años de marchas y contramarchas, muchas de esas iniciativas se desdibujaron.
Atucha III, que originalmente iba a ser construida junto a China, fue reformulada varias veces. CAREM, la gran apuesta de innovación nacional, está estancado por falta de financiamiento. Y mientras tanto, países como Emiratos Árabes, India o Egipto incorporan la energía nuclear como parte central de su matriz.
La Argentina, pese a tener capital humano calificado, infraestructura, experiencia operativa y know-how tecnológico, no ha sumado una nueva central en más de una década. Y esto no se debe a una incapacidad técnica, sino a la falta de decisión política, presupuesto sostenido y continuidad en la planificación.
El mundo vuelve a mirar la energía nuclear. ¿Y nosotros?
La energía nuclear está experimentando un renovado interés a nivel global. Las nuevas exigencias de descarbonización, la necesidad de fuentes de energía estables y la transición hacia una matriz más limpia han devuelto protagonismo a los reactores nucleares.
Incluso países que antes la habían descartado —como Alemania o Japón— ahora reconsideran su uso. Francia, Corea del Sur y Estados Unidos impulsan nuevos desarrollos. China y Rusia lideran la construcción de reactores a nivel global.
Argentina, que alguna vez estuvo entre los pioneros, observa desde atrás. No por falta de capacidad, sino por una mezcla de desidia estatal, inestabilidad macroeconómica y falta de visión estratégica.
CAREM, la joya que aún espera ver la luz
El CAREM (Central Argentina de Elementos Modulares) es una de las apuestas más interesantes del país. Se trata de un reactor modular pequeño (SMR), una tecnología que se perfila como el futuro de la energía nuclear descentralizada.

Desarrollado íntegramente por la CNEA y con participación de INVAP y empresas nacionales, el CAREM podría convertir a Argentina en proveedor de tecnología para países que buscan soluciones energéticas más flexibles. Sin embargo, el prototipo —iniciado en 2014— todavía no está terminado. Y cada año de retraso es una oportunidad perdida.
¿Renacer o declive?
Argentina tiene todo para volver a ser protagonista nuclear: historia, tecnología, capital humano y necesidad energética. Pero también carga con décadas de promesas incumplidas, vaivenes políticos y falta de consenso de largo plazo.
Mientras otras regiones del mundo expanden su parque nuclear, Argentina parece haber frenado el reloj. La pregunta ya no es si el país puede liderar, sino si está dispuesto a recuperar el camino que alguna vez trazó con claridad.