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Estados Unidos avanza sobre los mercados agrícolas clave y pone en jaque a la cadena agroindustrial argentina

Estados Unidos avanza sobre los mercados agrícolas clave y pone en jaque a la cadena agroindustrial argentina

La competencia geopolítica por los mercados internacionales se intensifica y pone bajo presión a uno de los sectores estratégicos de la economía argentina: el complejo agroindustrial.

Mientras el Gobierno busca acelerar la llegada de dólares para apuntalar la macroeconomía, Estados Unidos dio un paso firme en el sudeste asiático con acuerdos por USD 2.000 millones con Vietnam, enfocados en el suministro de trigo, maíz, harina de soja y subproductos de etanol.

Lo que podría leerse como una disputa comercial más impacta de lleno en el núcleo productivo y exportador de Argentina. Vietnam es actualmente el principal comprador del maíz y la harina de soja argentinos, productos que representaron el 17% de las divisas generadas por exportaciones de maíz y el 15% de harina de soja entre 2019 y 2023, según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).

Pero el dato más preocupante es que la ofensiva estadounidense no se detendría en Vietnam: Malasia, Indonesia y Corea del Sur también están en la mira de negociaciones similares. La jugada busca consolidar la posición estadounidense en Asia, aprovechar su infraestructura logística y financiera, y debilitar a competidores como Argentina en un momento de fragilidad económica interna.

Para la industria exportadora argentina, esto representa una amenaza directa sobre toda la cadena de valor: molienda, logística, puertos, transporte e ingresos fiscales asociados a retenciones. El agroindustrial es uno de los pocos sectores con capacidad real para generar divisas genuinas, sostener empleo formal y dinamizar proveedores industriales en el interior del país.

Inflación controlada, pero sin recuperación productiva

Mientras tanto, el frente macroeconómico argentino muestra señales mixtas. Las estimaciones privadas y oficiales proyectan un IPC de junio en torno al 2%, el más bajo desde 2022, lo que el Gobierno exhibe como un logro del programa económico de ajuste fiscal. Desde Europa, Milei prometió que “la inflación será historia en 2026”.

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Sin embargo, la desaceleración inflacionaria no viene acompañada por una recuperación productiva o consumo interno. La actividad económica sigue estancada, la capacidad ociosa en la industria persiste en niveles altos, y la baja en el IPC responde principalmente al ajuste, no al crecimiento.

Incluso las reducciones arancelarias en importaciones de electrodomésticos y electrónicos tendrán un efecto limitado en el corto plazo. El Gobierno bajó los aranceles de importación del 16% al 8% en smartphones y del 35% al 20% en consolas, además de impuestos internos en televisores y aires acondicionados. Pero los estímulos al consumo siguen siendo débiles frente al contexto recesivo.

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