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Demandar a las grandes petroleras se está convirtiendo en un negocio lucrativo

Demandar a las grandes petroleras se está convirtiendo en un negocio lucrativo

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Ante la creciente preocupación por el medio ambiente y el impulso de las energías renovables, la batalla legal contra las grandes petroleras se ha convertido en una empresa lucrativa, con potenciales y significativas ganancias financieras, lo cual tiene implicaciones amplias para el futuro del sector energético.

.A medida que la industria se enfrenta a la transición de los combustibles fósiles a fuentes de energía más limpias, los incentivos financieros para quienes están dispuestos a desafiar el statu quo son cada vez más atractivos.

Primero fue un grupo de jovenes de Montana, Estados Unidos. Luego, en Portugal, un grupo demandó a sus gobiernos locales por permitir el cambio climático. El grupo de Montana incluso ganó. Abriendo así la puerta para demandar a los gobiernos y a las grandes petroleras.

Negocio lucrativo

Por supuesto, las grandes petroleras han sido uno de los principales objetivos de los grupos ecologistas y de algunas autoridades locales de Estados Unidos durante años, pero las demandas no se han saldado con victorias significativas para los demandantes hasta ahora.

Pero ahora parece que cualquiera que tenga motivos para estar descontento con su parcela puede llevar a los tribunales a las grandes petroleras, que es exactamente lo que hizo un agricultor belga hace un mes.

Según Hugues Falys, «el cambio climático está teniendo un impacto tangible en mi trabajo y en mi vida: pérdidas de rendimiento, trabajo extra y el estrés que supone lidiar con un calendario de cosechas alterado».

«Mi profesión está íntimamente ligada al clima. En los últimos años, el cambio climático ha causado muchos daños a los agricultores y nos ha dejado en una situación de incertidumbre sobre el futuro», explicaba el agricultor en marzo.

Sin embargo, en lugar de demandar a todas las grandes petroleras, Falys señaló a TotalEnergies, posiblemente porque es el mayor distribuidor de combustible de Bélgica.

El caso de Falys se abrirá a mediados de abril, y puede ser interesante estar atento a la evolución de los acontecimientos en los tribunales como posible señal de lo que está por venir.

Mientras tanto, la apelación de Shell contra una sentencia histórica sobre el clima dictada por un tribunal holandés también comenzó este mes en La Haya.

En 2021, el Tribunal de Distrito de La Haya ordenó al gigante petrolero que redujera sus emisiones de carbono en un 45% para 2030, en una sentencia pionera en un caso climático presentado por ecologistas que podría sentar precedentes para otras petroleras.

El tribunal declaró que Shell debe empezar a hacerlo inmediatamente e incluir en la orden las llamadas emisiones de Alcance 3, las generadas por el uso de sus productores.

Shell recurrió la sentencia y, en la vista, alegará que el fallo original carecía de base jurídica y que además se extralimitaba en los límites de la autoridad judicial, según el Financial Times.

La organización ecologista que ganó el caso original, por su parte, presentará el mismo argumento que utilizó en 2021: que Shell tiene la obligación de actuar de acuerdo con los estudios que sugieren que la industria del petróleo y el gas provoca cambios en los patrones climáticos y de conformidad con acuerdos internacionales como el Acuerdo de París.

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Mientras tanto, ese mismo grupo de activistas, Amigos de la Tierra, amenaza con demandar a ING, un prestamista holandés que, como todos los prestamistas, hace negocios con la industria del petróleo y el gas. La razón: que el banco hace negocios con la industria del petróleo y el gas.

En enero de este año, Amigos de la Tierra envió al director general de ING, Steven van Rijswijk, una notificación de responsabilidad legal, informándole de que el banco había incumplido sus obligaciones legales «al contribuir a un cambio climático peligroso».

En otro notable avance en el mundo de los litigios, una ONG climática afirma que las grandes petroleras pueden ser demandadas por lo que denominan «homicidio climático».

La teoría es que las grandes petroleras conocían el cambio climático, pero lo ocultaron, mientras que el cambio climático causó víctimas mortales.

Por ahora, muchos creen que esta teoría es descabellada y que se vendría abajo en los tribunales, pero sus autores no se rinden y afirman que ha habido interés por parte de los fiscales.

Demandar a las grandes petroleras ya es un negocio, y en algunos casos puede resultar lucrativo. Ampliar los límites de lo que se puede reclamar ante los tribunales es un rasgo característico de los litigios contra las grandes petroleras, y una señal de los tiempos difíciles que se avecinan para una industria con una gran diana contra el cambio climático a sus espaldas.

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