Los agricultores franceses protestan contra las regulaciones ecológicas y el cese de importaciones, y amenazan con causar trastornos si no se satisfacen sus demandas.
Tras la movilización de los agricultores franceses este lunes, las protestas han escalado a un nivel donde el bloqueo de diversas autopistas alrededor de la capital ha generado un considerable revuelo público y político. Los agricultores, que han descrito su situación económica como «desastrosa», buscan llamar la atención sobre las difíciles condiciones bajo las cuales deben operar.
Al norte y al sur, al este y al oeste, el tráfico quedó perturbado en ocho autopistas alrededor de la capital de la segunda economía de la Unión Europea con tramos cerrados a unas decenas de kilómetros de París.
Los agricultores permanecerán en estas carreteras día y noche «el tiempo que haga falta», dijo Luc Smessaert, vicepresidente del sindicato agrario mayoritario FNSEA, mientras los campesinos organizan campamentos improvisados en la región parisina con fardos de paja, cisternas de agua y baños portátiles.
El sector denuncia la caída de los ingresos, las bajas pensiones, la complejidad administrativa, la inflación de las normas ambientales y la competencia extranjera, y especialmente el acuerdo que negocian la UE y los países del Mercosur.
Presión sobre Macron
La FNSEA y sus aliados de los Jóvenes Agricultores habían llamado a un «cerco de la capital por una duración ilimitada» para presionar al gobierno, cuando se cumplen 11 días de protestas.
La agricultura ha sido históricamente un pilar de la cultura y economía francesas, pero muchos agricultores sienten que su modo de vida está siendo amenazado por una tormenta perfecta de presiones económicas, desde los bajos precios de los productos hasta la competencia internacional y políticas de la Unión Europea que, a su juicio, no los favorecen.
El sector consideró insuficientes las medidas anunciadas el viernes por el primer ministro, Gabriel Attal, como suprimir el aumento de la tasa del diésel de uso no agrícola y ayudas a sectores en crisis.
Símbolo de la creciente presión, el presidente francés, Emmanuel Macron, se reunió con varios de sus ministros tras permanecer en segundo plano durante las protestas, y la vocera gubernamental, Prisca Thevenot, adelantó que habrá nuevas medidas el martes.
Attal debe reunirse de nuevo este lunes con la FNSEA y Jóvenes Agricultores y, según la presidencia, Macron abordará el jueves con la titular de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el acuerdo comercial UE-Mercosur, a cuya firma en su forma actual se opone.
«Problemas de costes»
El sector agropecuario es culturalmente importante en la séptima economía mundial, aunque su peso en el PIB retrocedió fuertemente desde el 18,1por ciento en 1949 –el período de reconstrucción posterior a la Segunda Guerra Mundial– al 2,1por ciento en 2022.
Las autoridades han evitado frenar las protestas, pero ahora movilizaron 15.000 policías y gendarmes para garantizar el acceso a los aeropuertos parisinos y al importante mercado mayorista de Rungis, a 7 kilómetros de París, adonde se dirige un convoy de tractores convocados por la Coordinación Rural –salieron a primera hora de la mañana desde Agen entre Burdeos y Toulouse– con la intención de cerrar sus accesos.
El ministro amenaza
El ministro de Interior, Gérald Darmanin, advirtió que las fuerzas del orden no van a impedir los bloqueos de vías en torno a París, mientras se respeten «los bienes y las personas», sí intervendrán si los tractores tratan de entrar en París, bloquear París o los aeropuertos de la capital, Orly y Charles de Gaulle.
Una unidad antidisturbios de la Gendarmería con varias tanquetas había tomado posiciones ya esta mañana en torno al mercado de Rungis.
«No somos bandidos. Solo queremos respuestas, porque este es nuestro último convoy, nuestra última lucha por los agricultores (…) Es una cuestión de supervivencia», dijo Karine Duc, miembro del sindicato Coordinación Rural.
Francia ha perdido en 50 años tres cuartas partes de sus agricultores y ganaderos, y recurre cada vez más a las importaciones: un pollo de cada dos viene del extranjero, así como el 60 por ciento de las frutas.
En total, más de 3.000 agricultores estaban movilizados el lunes en toda Francia, un tercio en el suroeste, según una fuente policial. Aunque estos recibieron muestras de apoyo en los últimos días, las oenegés ecologistas y el sindicato agrario Confederación Campesina temen que se rebajen las normas ambientales como el uso de pesticidas y ponen el foco en una mejor remuneración y en el fin de los tratados de libre comercio.