
Una mirada crítica sobre los cuellos logísticos del país, las políticas pendientes y el potencial transformador de una infraestructura moderna al servicio del desarrollo industrial argentino.
Argentina enfrenta un desafío estructural: construir una infraestructura que esté a la altura de su ambición industrial. En un contexto de alta presión sobre los costos logísticos, cuellos de botella energéticos y dificultades para conectar las regiones productivas con los mercados, la infraestructura deja de ser una cuestión técnica para convertirse en una verdadera política de desarrollo productivo.
Tres pilares se destacan por su impacto directo en la competitividad: ferrocarriles, puertos y energía eléctrica. Sin un plan integral que los articule, la industria argentina seguirá operando con desventajas frente a sus competidores globales.
Ferrocarriles: ¿nueva privatización o recuperación estratégica?
En los últimos meses, el Gobierno Nacional deslizó su intención de avanzar con una privatización parcial o total de los servicios ferroviarios, bajo el argumento de reducir el déficit del Estado y aumentar la eficiencia operativa. La medida generó preocupación en diversos sectores, que advierten sobre los riesgos de repetir una historia ya conocida.
Durante la década de 1990, bajo el gobierno de Carlos Menem, se llevó a cabo una privatización masiva del sistema ferroviario. Más de 30.000 kilómetros de ramales fueron abandonados, cientos de pueblos quedaron desconectados y se produjo un fuerte impacto negativo en la logística productiva del país.

Hoy, esa red ferroviaria desmantelada representa una enorme oportunidad perdida. El transporte ferroviario de carga representa apenas un 4% del total de mercancías transportadas en Argentina, frente al 90% que se mueve por camión. Esto implica costos logísticos mucho más altos —entre dos y tres veces mayores—, especialmente en distancias largas y para productos de bajo valor por unidad de peso como granos, minerales o insumos industriales.

Una red ferroviaria moderna, federal y bien planificada permitiría abaratar costos, descongestionar rutas, reducir emisiones y mejorar la competitividad de parques industriales y economías regionales.
Además, el tren tiene un valor estratégico: es un integrador territorial. Permite acercar insumos, productos terminados y mano de obra a zonas hoy excluidas del mapa industrial.
Propuesta clave: reactivar ramales clave, integrar corredores bioceánicos, construir centros de transferencia multimodal y garantizar el acceso ferroviario a parques industriales en todo el país.
Puertos: el desafío de la federalización logística
Otro de los grandes cuellos del modelo productivo argentino es la concentración portuaria. Más del 80% de las exportaciones agroindustriales y buena parte de las industriales se canalizan por el Gran Rosario, en puertos mayoritariamente privados y enfocados en commodities.

Esto genera sobrecostos logísticos, dependencia excesiva de un nodo geográfico y una subutilización de otros puertos con potencial estratégico, como Bahía Blanca, Quequén, Dock Sud, Zárate, Mar del Plata, Concepción del Uruguay, Barranqueras, entre otros.
También persiste una incertidumbre jurídica sobre el futuro de la Hidrovía Paraná-Paraguay, arteria clave para la logística nacional e internacional. La falta de una planificación portuaria federal y de inversiones en infraestructura intermodal limitan la capacidad de expansión industrial del país.
Propuesta clave: crear una red de puertos públicos modernos con servicios logísticos integrados y accesos ferroviarios, promoviendo un esquema de desarrollo portuario con visión federal e industrial.
Energía eléctrica: confiabilidad, tarifas y cuellos de transmisión
La disponibilidad de energía es otro factor crítico para la radicación y expansión de industrias. Si bien Argentina cuenta con una matriz diversificada (gas natural, hidroeléctrica, renovables), la infraestructura de transporte eléctrico presenta cuellos severos, especialmente en el norte argentino, en regiones cordilleranas con potencial minero-industrial, y en zonas fabriles alejadas de los grandes centros urbanos.

Muchas pymes enfrentan problemas de tensión, cortes frecuentes o tarifas elevadas, lo que atenta contra su competitividad y desalienta nuevas inversiones. La demora en ampliaciones del sistema interconectado nacional y la falta de incentivos para la generación distribuida agravan el problema.
Propuesta clave: ampliar las líneas de alta tensión, promover parques solares o eólicos industriales, fomentar contratos directos entre generadores y empresas (PPA) y facilitar el desarrollo de microrredes para parques industriales.
Infraestructura + industria = desarrollo
El atraso en infraestructura no es solo una falencia logística. Es un límite estructural al desarrollo. Sin una estrategia nacional de transporte, energía y logística integrada, las políticas industriales no alcanzan su máximo potencial.
La inversión en infraestructura genera empleo directo, demanda de insumos industriales nacionales y mejora la competitividad sistémica. Además, permite avanzar hacia un desarrollo más federal, sustentable y tecnológicamente integrado.
La industria argentina no puede seguir esperando
La modernización de ferrocarriles, puertos y redes eléctricas no debe tratarse como un gasto ni como un negocio para pocos: es una inversión en soberanía económica, equidad territorial y crecimiento con base productiva.
Recuperar la planificación estratégica del Estado, articular esfuerzos con el sector privado y priorizar proyectos con impacto industrial deben ser las claves de una agenda de infraestructura que mire más allá de la coyuntura.
El futuro productivo del país se juega, en gran parte, en los rieles, puertos y redes que seamos capaces de construir hoy.