La tensión internacional continúa escalando tras los bombardeos de Estados Unidos contra instalaciones nucleares iraníes. Este domingo, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, advirtió que el mundo está “muy cerca de una Tercera Guerra Mundial”, citando declaraciones recientes del presidente Vladimir Putin.
«Como ha dicho el presidente, la Tercera Guerra Mundial podría estar muy cerca», afirmó Lavrov en una entrevista con medios rusos, luego de criticar duramente la decisión del gobierno estadounidense de lanzar ataques contra las plantas de Fordow, Natanz e Isfahan, tres de los principales complejos del programa nuclear iraní.
Un conflicto que escala
Las declaraciones de Lavrov se producen en medio de una fuerte condena de Moscú a los ataques ordenados por Donald Trump, a los que calificó de “irresponsables, ilegales y violatorios del derecho internacional”. Para el Kremlin, el accionar de Washington rompe el equilibrio global e introduce un “alto riesgo de caos total” si las potencias continúan actuando por fuera del sistema multilateral.
El canciller ruso advirtió también que ya existen países dispuestos a proveer armamento nuclear a Irán en respuesta al bombardeo, una señal que refuerza la peligrosidad del escenario actual. Por el momento, Putin mantiene el silencio oficial, mientras crecen las expectativas por la llegada del canciller iraní Abbas Araghchi a Moscú para negociaciones directas.
Impactos globales: energía, industria y seguridad
La crisis, iniciada tras una serie de ataques cruzados entre Israel e Irán, pone bajo presión a los principales actores del escenario energético mundial. Si bien el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) descartó por el momento riesgos ambientales o radiológicos, el precio del petróleo ya refleja el impacto de la incertidumbre y las tensiones geopolíticas.
Europa observa con inquietud el desarrollo de los acontecimientos, con especial preocupación por los impactos energéticos y económicos derivados de una eventual guerra regional ampliada. La creciente desvinculación energética de Europa respecto a Rusia, sumada a los conflictos en Medio Oriente, configura un escenario frágil para las cadenas industriales y el comercio internacional.
La advertencia de Lavrov y el endurecimiento del discurso ruso también reafirman el eje Moscú-Teherán en este nuevo orden global emergente, que desafía los intereses tradicionales de Occidente en Eurasia y Oriente Medio.
