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La primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, puso fin el jueves a la prohibición del fracking en Inglaterra, abriendo la puerta a la producción nacional de gas de esquisto en medio de la crisis energética europea.
El regreso del fracking es sólo una pieza de un plan energético y económico más amplio que Truss está llevando a cabo en sus primeras semanas desde que accedió al cargo.
Su administración también anunció una congelación nacional de los precios de la energía en los hogares, un plan que costará al gobierno decenas de miles de millones.
El Reino Unido y otros países europeos se han enfrentado a una crisis energética cada vez más grave debido a la fuerte dependencia de las importaciones de petróleo y gas de Rusia.
El presidente ruso Vladimir Putin limitó las exportaciones a Europa después de que los países de la OTAN impusieran severas sanciones económicas al país por su invasión de Ucrania.
El Reino Unido prohibió originalmente el fracking en 2019, pero podría reanudar la producción nacional ya en marzo de 2023.
La crisis energética ha empujado al Reino Unido y a varios de sus vecinos europeos a reconsiderar su cierre de la energía nuclear. Alemania introdujo lagunas en su plan de cierre de sus últimas centrales la semana pasada, lo que permite reabrir dos de ellas si es necesario.
Bélgica, por su parte, tenía previsto cerrar dos reactores para 2025, pero ahora los mantendrá abiertos hasta 2036. Francia pretende construir otros 14 reactores en las próximas décadas.
El Reino Unido, la República Checa y Polonia, entre otros países, también tienen previsto construir reactores completamente nuevos.
La energía nuclear es la fuente de energía más limpia y eficiente que existe en la actualidad. Aunque las catástrofes ocurridas en algunas centrales han hecho que algunos teman el método.
La parte más problemática de la producción de energía nuclear es la eliminación segura de las barras de combustible gastadas, que permanecen altamente radiactivas durante cientos de miles de años.