La situación del país obliga a las provincias a potenciar sus complejos exportadores. La variada matriz mendocina es permanentemente estudiada, pero no le encuentran la vuelta.
Muchas veces desde la política se busca evitar problemas o no se enfrentan las soluciones directas a los problemas. En Mendoza, existe un problema de estancamiento de la matriz productiva que no es nuevo y que, por ejemplo, se ve reflejado en las exportaciones. No crecen, caen un poco, pero se mueven en un rango que no tiene mayores cambios.
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Ese panorama cambiará si se activa Potasio Río Colorado, pero más allá de ese proyecto puntual, la minería debe ser un motor que permita empujar al resto de las actividades y -seguramente- el potasio será clave en dar ese impulso.
Sin embargo, el potencial claramente no es ese mineral, porque aunque la reserva de potasio es muy grande, el mercado es pequeño y no mueve la aguja como otros minerales que tienen historia y un renovado futuro, como el cobre.
Después del primer paso que se dio con Cerro Amarillo, el camino a seguir debe ser el fomento de la exploración, pero no sólo por el impacto económico que tiene el cobre, sino por todas propiedades que incluso echan por tierra los discursos de los antimineros más fundamentalistas.
Por qué hay que decirle «sí» al cobre
La primera razón por la que Mendoza debe decirle «sí» al cobre es porque dentro del espectro minero el desarrollo de proyecto cupríferos tiene un impacto como muy pocos. Es clave porque el encadenamiento productivo desde la etapa de exploración es muy importante, porque necesariamente necesita de otras empresas proveedoras para el desarrollo de cada etapa.
Como ejemplo, el Consejo Minero en Chile calculó el efecto multiplicador en el vecino país (principal productor de cobre mundial) y determinó que por cada 100 pesos generados directamente en el sector minería, al mismo tiempo se generan 78 en otros sectores productivos producto del encadenamiento.
Desde el punto ambiental es fundamental para la electrificación, la electromovilidad. Como señaló el Banco Mundial, sin minería no se puede combatir el cambio climático ni pasar a energías más limpias. Aunque se trata de un tema técnica y científicamente comprobado, igualmente hay quienes se niegan a ver esa realidad.
A eso, debemos sumar que el cobre es 100% reciclable. En Mendoza -por ejemplo- se creó una ley para controlar el mercado de compra y venta, para seguir el camino del metal, porque en muchos casos se roba para reciclaje porque se puede recuperar en su totalidad de algún equipo o cable.
Las estadísticas indican que las 550 millones de toneladas de cobre extraídas desde el año 1900, más del 66% siguen en uso productivo. Se reciclan más de 9 millones de toneladas por año y el 35% de la demanda mundial en la actualidad se cubre con material reciclado.
Explorar para participar
La demanda de cobre está en crecimiento por la electromovilidad y por el uso que se hace de este conductor eléctrico en el desarrollo de energías limpias. Sin embargo, uno de los problemas que tiene el mundo es poder cumplir con la demanda de cobre porque los grandes proyectos ya están descubiertos y se explora por otros que puedan sumar a una necesidad que aún no está cubierta.
En ese sentido, Mendoza tiene el potencial y no se ha hecho exploración, por lo que podría sumarse a los posibles lugares para proveer este preciado metal. En la actualidad el cálculo indica que 1/3 del cobre identificado en el mundo fue procesado y que en 25 años se debería producir lo mismo que en el último siglo, lo que indica que se necesita explorar y saber dónde puede estar el cobre que hace falta.
Sin duda para pensar en una Mendoza productora de cobre falta mucho aún, pero no así para pensar en una provincia exploradora. Dependiendo de la decisión política por una parte, pero también por el trabajo con la población para que termine de entender cómo funciona la minería, la exploración y terminar con las campañas del miedo.
Fuente: memo
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