Diario de minería, petróleo y campo.
Competitividad tributaria, seguridad legal y transparencia en los procesos como principales ejes. El cobre en el eje de interés.
Inició enero y con él, el tiempo de descuento hacia las próximas elecciones presidenciales a celebrarse en el país. De a poco empiezan a aparecer las plataformas políticas de los diferentes candidatos en danza y la minería no queda fuera del planteo.
En este marco el equipo de asesoramiento técnico minero de Patricia Bullrich, titular del PRO y precandidata presidencial, ya delinea un plan de gobierno vinculado al sector centrado en la competitividad tributaria, seguridad legal y transparencia en los procesos como principales ejes.
Con el sanjuanino Mario Capello como principal referente, integró la administración de Mauricio Macri y se desempeñó como subsecretario de Desarrollo Minero, se desarrolla una propuesta que pretende –y promete- impulsar a la actividad en el país. Respaldan a Capello los integrantes del denominado “Grupo Sarmiento”, una agrupación con un par de años de conformación integrada por profesionales de la minería procedentes de los ámbitos académicos, técnicos y políticos relacionados con la actividad.
Horacio Puigdomenech, licenciado en Ciencias Geológicas, académico e investigador de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), forma parte de ese grupo y, según explicó, los lineamientos que buscan plasmar en la política minera tienen como principal sentido pasar “de potencialidades a realidades” y, en ese punto, el desafío más fuerte llega por el lado del cobre.
Argentina tiene ocho proyectos mineros en diferentes etapas de desarrollo, exploración avanzada, prefactibilidad y factibilidad, cuyo principal producto es el cobre. De esos ocho proyectos, cinco están en San Juan (Pachón, Los Azules, Altar, Josemaría, Filo del Sol), uno en Salta (Taca Taca), Catamarca (MARA) y Mendoza (San Jorge).
De este grupo, Josemaria es el que podría picar en punta ya que obtuvo su Declaración de Impacto Ambiental en abril pasado. Sin embargo, y aún en etapas iniciales para su construcción (líneas eléctricas, caminos y campamentos), ha tenido dilataciones por problemas con el financiamiento que se justifican en la situación tributaria y financiera del país. “Hoy se habla del litio y del cobre como básicos de la transición energética, pero el cobre puntualmente, no existe mineral alguno que lo pueda reemplazar en su capacidad como agente conductor, de hecho, se prevé que entre 2023 y 2030 haya una demanda de 700 millones de toneladas de cobre y la demanda será sostenida”, explicó Puigdomenech.
El punto es que, desde el cese de producción de Alumbrera en 2018, Argentina no tiene aún una mina de cobre en actividad. Chile sí, y sigue invirtiendo. O, por ejemplo, en otra área del mapa, China anunció recientemente una inversión multimillonaria en Afganistán para la extracción de petróleo y a su vez sentar bases en lo que eventualmente podría ser la producción de cobre, litio y tierras raras, potencial mineral que el gobierno chino mira con avidez.
Básicamente entran en juego nuevos actores y por tanto sería infantil pensar que Argentina aún con su potencial geológico, está entre los únicos con posibilidades de abastecer al mercado de la transición energética con sus minerales. Desde una mirada más doméstica, hoy faltan en el país, los caños de cobre que se utilizan para la instalación de aires acondicionados en plena temporada estival. Un país que cuenta con el recurso mineral.
“La minería es un negocio de oportunidad y en este momento hay demanda, debemos estar a la altura de esa demanda y participar del mercado para no quedarnos fuera y estar siempre en el pivoteo entre el potencial que tenemos y la realidad que acontece”, dijo Domenech.
“La potencialidad del territorio argentino para albergar depósitos de minerales es enorme, pero no sirve para nada si no se explora, es decir, si no se avanza científicamente en el conocimiento geológico a la par de crear condiciones macroeconómicas y de infraestructuras que permitan poder ponerlos en producción”, sumó Domenech.
La situación de inflación global ha generado aumentos en los costos internacionales de insumos y de los equipamientos necesarios para poner en producción la cartera de los proyectos de cobre existentes en el país. Según la fuente, es cerca de un 30%. Esto derivó en el aumento de los CAPEX (inversión de capital para la operación) y la necesaria actualización de los modelos financieros de los proyectos más avanzados.
“Esta sola circunstancia sumada a las adversas condiciones macroeconómicas, impositivas, retenciones, fideicomisos provinciales, regalías por precio de venta y no progresivas por renta, infraestructuras eléctricas y de transportes mínimas o inexistentes, ponen en duda la puesta en marcha de los proyectos de cobre, ya que el cobre es el metal más sensible a la variación de precio del commodity, y de los parámetros básicos en los modelos financieros”, explicó Puigdomenech.
En este marco y en línea con los ejes que plantean para desarrollar el complejo minero argentino, “buscamos racionalizar la presión fiscal, hacer un estudio de comparación de cómo serían los beneficios de bajar las retenciones y los fideicomisos; transparentar qué se hace con los ingresos fiscales, con los ingresos que entran al Estado en concepto de regalías, con los ingresos que entran a los departamentos por regalías; profesionalizar y jerarquizar a los organismos públicos vinculados a la minería, establecer una alianza entre la minería y el agua en cuanto al aporte de obras en tiempos de sequía”, cerró la fuente.