El Reino Unido tiene una de las reservas de gas natural más pequeñas de Europa y, sin embargo, está enviando volúmenes de este recurso al extranjero a niveles no vistos en años ante la llegada de una ola de frío.
El gas natural se está enviando al continente a través de un «interconector» -una tubería de gas submarina a Bélgica- al ritmo más alto desde 2016, con los comerciantes aprovechando los precios más bajos del gas en el Reino Unido y más altos en Europa para satisfacer la demanda, informa Bloomberg.
El alto flujo es una función del extraño desequilibrio de la infraestructura de gas en toda Europa, donde muchas naciones europeas tienen instalaciones de almacenamiento de gas muy altas pero medios limitados para importar, mientras que el Reino Unido casi no tiene almacenamiento pero tiene amplios medios para importar gas de todo el mundo por mar.
En efecto, esto significa que los países europeos que ya han llenado completamente sus reservas de invierno están cubriendo su demanda diaria con importaciones en lugar de recurrir a sus propias reservas.
Mientras, el Reino Unido, que casi no tiene capacidad de almacenamiento, está exportando gas a una velocidad extremadamente alta, mientras que en un mundo racional estaría tratando frenéticamente de llenar sus propias reservas para protegerse de las crisis invernales.
Como informa Bloomberg, en un año normal el gas suele quemarse en el Reino Unido en lugar de exportarse en diciembre, y este nivel de exportaciones a Europa es inusual.
Y el frío está llegando, ya que esta semana el aire frío del Ártico ha descendido sobre Europa, lo que ha disparado de nuevo los mercados del gas. El Daily Telegraph señala que los futuros de referencia han subido hasta un 4,3% con la llegada de la primera ola de frío del año.
A pesar de que Gran Bretaña cuenta con una infraestructura de importación de gas muy demandada, no hay garantías de que pueda mantener su propio suministro de gas durante el invierno.
«Es difícil prever con exactitud qué tipo de suministro aparecerá un día determinado, sobre todo porque los suministros flexibles dependen de los precios«.
Esto ha hecho que organismos como la red eléctrica y el Gobierno se preparen para posibles apagones a finales de invierno, cuando las reservas de gas se agoten en todas partes y la capacidad de importar energía fresca al Reino Unido no pueda satisfacer la demanda.
La falta de capacidad de almacenamiento para hacer frente a los problemas de suministro es el resultado de años de política gubernamental basada en los años de abundante suministro de gas barato, en los que se consideraba más barato y fácil comprar gas en los mercados internacionales cuando se necesitaba.
La producción nacional se redujo y nunca se invirtió en capacidad de almacenamiento, hasta el punto de que Dinamarca y el Reino Unido, cuya población es diez veces superior a la danesa, tienen aproximadamente la misma capacidad de almacenar gas, unos 10 teravatios hora de energía en reserva.
Si se compara con Alemania, que dispone de más de 240 teravatios hora, resulta evidente que, funcionalmente, el Reino Unido carece por completo de almacenamiento energético efectivo.
Tal fue el desinterés por reservar algo de energía para suavizar los picos y valles del mercado energético mundial, que el mayor almacén de gas del Reino Unido -Rough Gas, que por sí solo representaba el 70% de toda la capacidad de almacenamiento británica- se dejó cerrar en 2017 porque el Gobierno se negó a gastar el dinero para reformarlo.
Ahora, con retraso, la instalación vuelve a estar operativa, casi con toda seguridad demasiado tarde para llenarse por completo este invierno.
Con Rough de nuevo en funcionamiento, el Reino Unido solo dispone de reservas de gas para nueve días, frente a los 89 días de Alemania.
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